1817: Primera Campaña al Sur de Chile Curapaligüe y Gavilán

Mientras tanto, el coronel Las Heras después de escuchar una Junta de Oficiales y sin esperar los refuerzos de O´Higgins, apuró su avance, alcanzando el 4 de abril de 1817 la hacienda de Curapaligüe, a sólo 26 km de Concepción, plaza donde de nuevo estaba izado el pabellón realista. Ordoñez mientras tanto observaba el avance y los movimientos de los patriotas esperando el momento oportuno para atacarlos por sorpresa. Una vez llegado a Curapaligüe, Las Heras destacó sus partidas de avanzada hacia todos los lugares por donde podía ser atacado; y alarmado por la soledad y el silencio en que todo aquello estaba, acampó su tropa en un espacio entre los edificios de la casa y un molino, pudiéndose decir que estaba en una posición inexpugnable, en la cual sólo tenía que levantar a su tropa y esperar al enemigo. Cabe destacar que los oficiales de avanzada Dehesa, Alemparte, Martínez y Correa tenían órdenes estrictas de mantenerse en observación continua. Todos estos recaudos tuvieron su justificación, ya que Ordoñez se había resulto batir a los patriotas en este mismo lugar. A la una de la noche salió éste de Talcahuano con 600 infantes y 100 jinetes con la idea de sorprender a Las Heras y sus hombres. Pero resulto que al avanzarse con ímpetu, las avanzadas argentinas lo reciben con una descarga terrible, y se abren, tomándole de esta forma los flancos; momento en el cual los vuelven a atacar con otra descarga cerrada para poder replegarse de esta forma al cuerpo principal. Los soldados españoles se conturban; el motivo es claro, se vieron sorprendidos en lugar de sorprender al enemigo. Sin embargo los jefes realistas apuran a la tropa, reorganizan a sus hombres de una forma ligera y los hacen continuar con el avance hacia las tropas de Las Heras, el cual los esperaba con calma y en posición. Continuaba el combate, de esta manera, en una forma reñida en medio de la oscura noche; Ordoñez trata de entrar a la bayoneta, pero sus fuerzas son repelidas de frente, y fusilados por los flancos... El orden de batalla es completamente perdido, siendo en este preciso momento acometidos por los hombres de Las Heras llevándose todo por delante... Ceden ante el empuje extraordinario de los argentinos y ante la mirada calma de Las Heras, se ven obligados a retirarse dejando en el campo dos cañones, un sinnúmero de muertos, prisioneros, muchos fusiles y un carro de municiones, además de un número considerable de heridos, que con muchas penas pudieron levantar y llevarlos consigo. El 5 de abril, Las Heras ocupaba Concepción sin lucha, dejando a sus hombres en Gavilán y colocándose a sólo 15 km de Talcahuano. En este punto las fuerzas patriotas alcanzaban unos 1.300 hombres de línea, en su mayoría argentinos. Atrincherado Las Heras en Gavilán y Ordoñez encerrado en Talcahuano, estaban los dos bandos frente a frente, pero sin los medios necesarios para emprender alguna acción el uno en contra del otro. Sin embargo, la posición de Ordoñez mejoraba con el paso del tiempo, a la vez que la de Las Heras empeoraba. El español disciplinaba y aumentaba sus fuerzas dentro de la plaza, y contaba con un número muy superior a los hombres de Las Heras. Pero todavía no quería aventurarse a alguna acción contra los argentinos hasta que le llegasen los refuerzos del Perú y los de Valdivia y Chiloé al mando del coronel Sánchez, dominador del otro lado del Bío-Bío. Las Heras mientras tanto se hallaba paralizado en un país devastado y sin medios para emprender una acción. Sabía que su posición se desmejoraba con el paso del tiempo y que quizás llegaría el momento en que no pudiera siquiera retirarse o cómo evitar algún contratiempo. Por ello le advirtió a O´Higgins, acampado en Chillán, la situación y la precipitación de un ataque realista, motivando así la inmediata salida de Chillán de las fuerzas del Director de Chile hacia Concepción en ayuda de Las Heras. El avance del Director Chileno fue muy lento, más que nada por los problemas con que se encontraba en cada pueblo por el que pasaba y que merecían su atención y solución. Mientras tanto lo temido por Las Heras se hizo realidad, y el 1º de mayo cuatro buques realistas desembarcaron en Talcahuano una fuerza de 1.600 hombres, todos ellos a las órdenes del coronel Morgado. Dichas fuerzas eran componentes de los cuerpos que habían sido deshechos en Chacabuco y que embarcados inmediatamente luego de la batalla hacia el Perú, el virrey Pezuela no les permitió desembarcar sino que los intimó a que volvieran a Chile. Apenas recibió Ordoñez estos ansiados refuerzos la única idea que tenía era la de sorprender a los argentinos en su mismo campamento antes que O´Higgins llegara en su auxilio. De paso se tomaría revancha por la derrota sufrida en Curapaligüe. Las Heras, sabía de su precaria situación y a la vista de los acontecimientos le escribió con suma urgencia a O´Higgins:

“Al alba pienso ser atacado; y si Vuestra Excelencia no acelera sus marchas a toda costa en auxilio de esta división, pudiera tener un fatal resultado para el país...”

Sin embargo no se quedó con ello; sabía que O´Higgins quizás no llegara en su auxilio a tiempo, por lo cual toda la noche la paso rectificando su posición cuidadosamente. Colocó en su frente para defender el centro al número 11, con cuatro piezas colocadas al frente de la altura de Chepe y mirando al camino que de Talcahuano viene a Concepción; a su izquierda, mirando al este, mando construir una fortificación defendida por una compañía de los batallones 7 y 8, los cuales estaban a las órdenes del Teniente Coronel Freire, y a su derecha, defendida por un arenal difícil de transitar, coloco dos piezas de artillería, que, en caso de ser necesario, podían ser apoyadas por dos compañías del número 11, puestas en esta posición para acudir por allí a las órdenes del capitán Dehesa. En la reserva colocó al escuadrón de Granaderos a Caballo al mando de su comandante Manuel Medina. Una vez más Ordoñez, como en Curapaligüe, contaba con sorprender a los argentinos, sin saber que como en esa acción, el Jefe argentino lo estaba esperando, el cual junto a sus hombres estaba resuelto a no dejarse vencer. El ataque realista no se hizo esperar, y el 5 de mayo se daba el combate de Gavilán, uno de los más preciados galardones militares de Las Heras. A las cuatro y cinco de la madrugada unas cuatro lanchas armadas se aproximaron a las playas de Penco y desataron un vivo fuego, al tiempo que Ordoñez con 600 infantes, resguardados por 250 jinetes, apareció por el lado de Charpe, avanzando con rapidez sobre el centro. La artillería de los patriotas rompió sus fuegos sobre él, causándole bastantes estragos; la columna enemiga vaciló un momento, pero su jefe la reorganizó, y consiguió llevarla hasta la lomada de Chepe, posición en la cual colocó dos piezas que desataban un vivo fuego sobre el campamento patriota, volviendo en este momento al ataque realizando una acción en la cual amagaba entrar a Concepción por el lado oriental valiéndose del fuego de estos cañones. Con gran determinación llegaron a ocupar la Casa de ejercicios, frente a frente del campamento. Al mismo tiempo por el costado derecho, entraba conjuntamente la división de Morgado, compuesta de 400 a 500 hombres, pero se topó con la fortificación defendida por Freire y sus soldados. Al notar que los realistas vacilaban, salió de su reducto echando a sus hombres en guerrillas y como fuera reforzado por dos compañías del número 11 con el capitán Arriola a su frente, se arrojaron a la bayoneta sobre el enemigo, el cual fue puesto en completa derrota y perdió sus dos cañones. Pero a pesar de este revés sufrido por la división de Morgado, Ordoñez sostenía bien el ataque por el lado de Chepe. En este punto Las Heras había tenido el problema de que se le desmontasen las cuatro piezas por la viveza y continuidad de los fuegos. Pero supliéndolas con un acto de energía, desprendió al capitán Dehesa con la cuarta compañía del número 11, con la orden de recuperar la Casa de los ejercicios a la bayoneta... Estos hombres eran acompañados por los granaderos a caballo, los cuales fueron lanzados sobre el centro de Ordoñez, siendo protegidos por la tercera y cuarta compañía del número 11 con el sargento mayor Enrique Martínez a la cabeza de ellos. Todo había fallado para Ordoñez, e intentando salvar lo que le quedaba, pone a sus hombres en una retirada ordenada, pero en este momento llega al campo el sargento mayor Cirilo Correa con dos compañías del número 7, el cual había avanzado por órdenes de O´Higgins al escuchar el fuego de los fusiles y cañones, presumiendo que Las Heras era atacado. Con esta llegada la ordenada retirada se traduce en desbande y la derrota es completa: tres cañones perdidos, 25.000 cartuchos, un sinnúmero de cargas de munición, 86 caballos, 300 fusiles, 80 prisioneros y 180 muertos, mientras que los patriotas sólo seis muertos y 62 heridos. Las Heras había derrotado a un enemigo muy superior en fuerzas, quedando de esta forma dueño del campo de batalla. Por la tarde O´Higgins pudo reunirse con Las Heras, incorporando a sus hombres a la victoriosa división. Inmediatamente se decidió poner sitio a Talcahuano, pero mientras esto se llevaba a cabo era necesario terminar con la resistencia al sur del Bío-Bío. En este lugar los realistas ocupaban el territorio, abasteciendo de forma constante por la costa a Talcahuano y hostilizaba con guerra de guerrillas a las tropas patriotas, contando con la ayuda de los fuertes araucanos y los milicianos chilenos al servicio del rey. Para ponerles término se comisionó a Freire con 300 hombres. El 13 de mayo, la vanguardia de esta fuerza al mando del capitán Cienfuegos se situaba en Nacimiento y luego en Santa Juana; mientras que Freire ocupaba San Pedro el 18 y Colcura el 26 de mayo. Dos días más tarde se produce el combate de Caranpangue con la toma del fuerte y puerto de Arauco, en el cual se producen serias bajas en el enemigo y una importante captura de material de guerra. Terminada esta acción decidió retirarse hacia Concepción nuevamente, dejando una partida a las órdenes del capitán Cienfuegos en la zona. A pesar del contraste sufrido por los realistas, volvieron al acecho esta vez con la ayuda de unas 450 lanzas araucanas, las cuales habían sido levantadas por ellos para combatir a los patriotas. Estas fuerzas sorprendieron a Cienfuegos y los suyos durante una salida y los derrotaron completamente, muriendo en esta ocasión el mencionado capitán a manos del salvajismo de los aborígenes y la complicidad de los Jefes realistas que no los detuvieron. Una vez más volvía Arauco a manos del enemigo. Nuevamente comisionado por O´Higgins, Freire vuelve con sus hombres a la zona. Un nuevo encuentro en el fuerte de Arauco el 10 de julio produce su nueva caída a manos de los patriotas. Coronaba esta acción una formidable persecución a los fugitivos. Esta vez fue colocado para defender la zona el coronel don Andrés Alcázar, el cual tenía buen predicamento entre los araucanos, lo cual produjo que éstos se sosegaran por un tiempo. De esta forma se lograba el ansiado aislamiento de Talcahuano por tierra, y los refuerzos del sur ya no podrían llegar a la plaza, ni tampoco los víveres y materiales necesarios para la defensa de la plaza.

Ocampo, Esteban Darío – “Centauros de Los Andes – Historia del Regimiento de Granaderos a Caballo Gral. San Martín 1812-1820” – Editorial Dunken, Bs As