Granaderos Voluntarios de Infantería de Buenos Ayres, De Fernando VII o Provinciales.

Algunos Granaderos Voluntarios de Infantería ilustres...Martiniano Chilavert

 

De Martiniano Chilavert puede decirse que nació en Buenos Aires el 16 de octubre de 1798. Educado en España, vuelve al país en 1812 en el mismo barco que trae de vuelta a San Martín y Alvear entre otros. Interesándose por la artillería es dado de alta como subteniente en el Regimiento de Granaderos de Infantería.

Diversas convulsiones políticas en que se ve envuelto al lado de Alvear lo llevan a darse de baja del ejercito en 1821, continuando sus estudios y recibiéndose de ingeniero en 1824.

Estallada la guerra contra el Brasil, se reincorpora al ejército siendo ascendido a capitán en 1826. Asistió a la batalla de Ituzaingó a las órdenes del coronel de artillería Tomás de Iriarte. Por su desempeño es promovido a sargento mayor.

Las guerras civiles lo encuentran junto a Lavalle del lado unitario, debiendo marchar al exilio en la Banda Oriental luego de la derrota. Volverá junto a Lavalle en la última campaña de este, debiendo regresar al Uruguay nuevamente derrotado.

Al llegarle las noticias sobre lo sucedido en la Vuelta de Obligado parece darse cuenta de que lado se encuentra la Patria, en carta a Oribe (carta del 11 de mayo de 1846) expresa cosas como estas:

"En todas las posiciones en que el destino me ha colocado, el amor a mi país ha sido siempre el sentimiento más enérgico de mi corazón. Su honor y su dignidad me merecen un religioso respeto. Considero el más espantoso crimen llevar contra él las armas del extranjero. Vergüenza y oprobio recogerá el que así proceda; y en su conciencia llevará eternamente un acusador implacable que sin cesar le repetirá; ¡traidor! ¡traidor! ¡traidor!"

"El cañón de Obligado contestó a tan insolentes provocaciones. Su estruendo resonó en mi corazón. Desde ese instante un solo deseo me anima: el de servir a mi patria en esta lucha de justicia y de gloria para ella".

En 1847 pone su espada a disposición del Ilustre Restaurador. Don Juan Manuel le confiará el mando de la artillería en Caseros. Chilavert tendrá una destacada tarea, haciendo su blanco predilecto a las columnas brasileñas que osaban profanar el suelo patrio.

Se cuenta que al quedarse sin municiones mandó a que se recogieran los proyectiles ya utilizados para poder seguir disparando. Fue su cañón el primero en abrir fuego y el último en apagarse en aquel día fatal.

Al concluir la batalla espera fumando junto a sus cañones aun humeantes la llegada de algún oficial enemigo al cual entregarse prisionero, conciente de su destino había rechazado el escape que le ofreciera su ayudante.

Una vez en poder de los vencedores, el día 4 de febrero, es llevado ante Urquiza, con él tiene una entrevista a solas, en ella, según la tradición, Chilavert expresa tener conciencia de haber defendido la independencia de la Patria luchando al lado de Rosas y que si se encontrara en la misma situación una y mil veces actuaría de igual forma. Al terminar la reunión, Urquiza ordena su inmediato fusilamiento, según dicha orden deberá ser ejecutado de espaldas como se castiga a los traidores. Chilavert marcha sereno hacia su destino, pero al enterarse de que se lo fusilará por la espalda se resiste, lucha heroicamente contra varios soldados, un sablazo le destrozará el cráneo, aun así, casi sin fuerzas, hace un ademán señalándose el pecho para luego caer muerto. Sus restos quedarán insepultos durante varios días hasta que sean entregados a su familia. Hoy descansan en el Cementerio de la Recoleta, en la bóveda de una familia amiga a la que fueron llevados clandestinamente.

Extraído de www.lexia.com.ar - Ing. Luciano Reggi