Granaderos Voluntarios de Infantería de Buenos Ayres, De Fernando VII o Provinciales.

Algunos Granaderos Voluntarios de Infantería ilustres...J. I Alvarez Thomas

"...Vuelto don Antonio a Buenos Aires en 1803, de paso para las Islas de Chiloé, donde había sido destacado como gobernador político y militar, recogió a su familia, dejando al hijo en la ciudad porteña incorporado como estaba al regimiento. La despedida fue definitiva; no volvería más a ver a sus padres ni a sus hermanos.

            El virrey lo tomó a su cuidado, un poco para responder a la recomendación y también porque el muchacho tenía buena índole y gozaba de buen concepto entre sus superiores. Dióle destino en la Secretaría del Virreinato, pensando acaso que podía hacer carrera de despacho como su padre. El aprendizaje -aunque no para el destino futuro que imaginó el virrey- le fue de mucha utilidad.

            Cuando en 1806 las aguas de la Ensenada de Barragán se erizaron de mástiles ingleses, un escuadrón de caballería, en el que formó Álvarez Thomas como ayudante de órdenes, salió de Buenos Aires para vigilar los movimientos de la flota invasora. Después de capturada la capital por las fuerzas británicas, tras una desordenada y débil resistencia, José Ignacio acompañó con otros oficiales al virrey Sobremonte en su retirada a Córdoba, regresando con éste, que conducía una división de caballería, para desalojar a los invasores. En el paraje de San Nicolás de los Arroyos leyó el virrey con sorpresa e indignación el oficio que le enviaba el Cabildo de Buenos Aires. La ciudad había sido reconquistada por la acción heroica de los vecinos armados y el capitán de navío don Santiago de Liniers, que los condujo a la victoria, era dueño de la situación y la única autoridad superior a quien la ciudad deseaba obedecer. Sin posibilidad de reaccionar buscó refugio en Montevideo, confiando recuperar el prestigio perdido. Las nuevas acciones militares que dirigió allí contra los ingleses y que terminaron en un completo descalabro lo desacreditaron definitivamente.

 

            Después del armisticio del 12 de agosto de 1806, se embarcaron las tropas inglesas para reiniciar traidoramente las hostilidades en la vecina ciudad portuaria. Reunida su escuadra frente a la playa del Buceo, el jefe inglés intimó la rendición. Sobremonte respondió con dignidad ordenando la salida de tropas para entorpecer el desembarco. El subteniente Álvarez Thomas combatió en la salida desde el 15 al 19 de enero, disputando palmo a palmo los escasos 15 kilómetros que mediaban entre la playa y las murallas en cuyo recinto debieron refugiarse finalmente. Se intentó todavía una acción desesperada. El día 20 a las seis de la mañana salieron por el portón de San Juan 2.362 combatientes, la mayoría bisoños, para decidir la suerte de la ciudad. Otra vez se vio a Álvarez Thomas marchar contra el enemigo y volver con los que pudieron replegarse después de haber sufrido grandes pérdidas. Cumplió sus deberes militares durante el sitio, y en la hora de la rendición dio pruebas de su espíritu combativo quedando tendido en el suelo con el hombro derecho destrozado por una bala de fusil y acribillado el cuerpo por diez heridas de bayoneta.

            Conducido a un hospital de sangre de los ingleses, no fue trasladado a Inglaterra como prisionero -se llevaron a muchos- porque la gravedad de sus heridas no lo permitió.

            Vencidos los ingleses de la segunda invasión en la gloriosas jornadas de 5 y 6 de julio, Álvarez Thomas recuperó la libertad a consecuencia de la capitulación de los agresores. Vuelto a la capital, el Comandante de Armas, don Santiago de Liniers lo incorporó al Batallón de Voluntarios del Río de la Plata con el grado de teniente (29 de julio de 1808). Y al crear el Batallón de Granaderos de Liniers -denominado en 1809 por el virrey Cisneros, Granaderos de Fernando VII- destinado a su guardia personal, le dio el mando de una compañía con grado de capitán.

            Tan pronto como se conoció, en 1808, a raíz de la invasión de Napoleón a España, la formación de juntas provinciales en la Península, el Cabildo de Buenos Aires, dirigido por el alcalde don Martín de Álzaga, quiso hacer lo mismo destituyendo al virrey Liniers y poniendo en su lugar una junta de tipo popular (1º de enero de 1809). Varias unidades de los cuerpos militares urbanos -creados en setiembre de 1806 para repeler la segunda invasión inglesa- salvaron la autoridad del virrey amenazado, colaborando con su guardia del Batallón de Granaderos. Álvarez Thomas actuó en esta defensa y el virrey premió su adhesión ascendiéndolo a teniente coronel honorario de la misma unidad (despacho de 21 de junio de 1809).

            Cuando estalló la Revolución de Mayo de 1810, el Batallón de Granaderos de Fernando VII se sublevó y, acuartelado en el fuerte, residencia del virrey, como cuerpo de guardia, convirtió prácticamente a Cisneros en su prisionero. Álvarez Thomas intervino activamente en esta decisión, dando testimonio de su adhesión a la nueva causa. En sus recuerdos personales, escritos en 1839, dice: "Aunque en los actos memorables que alcanzan al 25 de Mayo en que quedó erigido el primer Gobierno Patrio, mi nombre no aparezca consignado, como el de tantos otros patriotas a quienes sus deberes militares los retenían fuera de los comicios, mi cooperación como soldado y ciudadano, me coloca en las filas de los fundadores de la Independencia Nacional". Se había olvidado que puso su firma en la petición del 25 de Mayo de 1810, que creó a la Junta Patria, y que esa firma, de resultados tan positivos, quedó grabada para la posteridad al lado de la de otros oficiales del Batallón en la hoja que subscribieron en el cuartel.

            "Mi empeño en la causa de la libertad -escribe Álvarez Thomas en aquellos recuerdos- fue recibido por mi familia con el mayor desagrado, que como consagrada toda ella a la defensa del Trono, vio con mucho pesar que uno de sus hijos se convirtiese en lo que entonces llamaban "insurgentes". Mi madre que tenía una grande predilección por mí, hizo los mayores esfuerzos para arrancarme de la Revolución, ofreciéndome ventajas en el ejército realista, luego que me presentase en Lima; y cuando conoció mi resistencia cortó toda comunicación. Después de muchos años y ya desde España, la restableció con igual cariño; lo mismo hicieron mis hermanos. Mi padre había ya muerto..."

Extraído de Educ.ar - Argentina.